- No, no ha pasado nada- consigo balbucear.
- Es verdad, puede estarte tranquilo Kevin.
Pero en su mirada noté como no se terminaba de tranquilizar, siempre atento, siempre alerta a su alrededor.
- Perdona, ¿nos conocemos de algo?
Se estaba refiriendo a mí y me giré para contestarle:
- No, no lo sé... No estoy segura...
- Kevin, si que os conocéis, pero ha pasado mucho tiempo... ¿Recuerdas a Dakota? Era la bebe con la que siempre estabas cuando ella todavía seguía aquí.
Esto nos abrió los ojos a los dos. Supe que el me recordaba, pero a la vez mis recuerdos volvieron a mí, y me sentí mal de recordarle a él y no recordar a Elisabeth. Me acuerdo de su cara cuando tan solo tenía unos pocos años jugando conmigo mientras yo estaba en la cuna, recuerdo sus risas cuando yo me reía y su llanto y preocupación cuando yo lloraba...
El chico fue acercándose a mi. Era bastante alto, y ahora ya sabía que era uno o dos años mayor que yo. Se puso enfrente mío y me escrutó con determinación, cada milímetro de mis facciones, y yo hice lo mismo que él, incluso le rocé la mejilla con uno de mis dedos. Al final los dos nos sonreímos mutuamente y nos fundimos en un abrazo.
Tan solo pude oír su último: - te he echado de menos- antes de que lágrimas de alegría, como una lluvia suave, surgieran de los ojos de ambos.